viernes, 26 de abril de 2013

¿Es el periodismo ciudadano un caballo de Troya para los medios?


                         Fuente:(cc) Moomettesgram - Flickr
Hoy en día, son muchas las empresas periodísticas que se encuentran en una encrucijada, tanto desde el punto de vista económico como estructural. Además de verse sacudidas por la crisis general, viven una crisis interna, caracterizada por el descenso de la credibilidad y la calidad. En este contexto, las nuevas tecnologías y los social media se han convertido en los protagonistas de un ecosistema mediático en constante cambio. Uno de los fenómenos que más ha revolucionado e influido este sector es el periodismo ciudadano o participativo, nacido principalmente como resultado de la avalancha digital. Gracias a la extensión de Internet y las redes sociales, los ciudadanos se han convertido al mismo tiempo en emisores y receptores de información. Ante la devaluación de la profesión periodística, el periodismo ciudadano se ha erigido como el mejor representante y altavoz de la conversación social. Los criterios que priman son la colaboración, la inmediatez, la participación de los usuarios y la interactividad.

Sin embargo, no se debe confundir la información que aportan los ciudadanos con el periodismo. En palabras de J.A. Álvarez Gundín en el libro ‘El periodista en la encrucijada’: "El ciudadano crea información, pero no crea periodismo, que es distinto. El periodismo exige al menos, unos criterios de valoración y de jerarquización, una reflexión sobre ello y una propuesta, que hoy seguimos llamando propuesta editorial".

A pesar de que el periodismo ciudadano tenga multitud de ventajas (mayor retroalimentación, intercambio de contenidos, participación del público, fuentes directas, reducción de intermediarios y vías no oficiales que suministran información), también implica el peligro de contaminar la verdadera función del periodista: mediador entre el poder y la ciudadanía. Los periodistas son necesarios en la medida en que contrastan y contextualizan los contenidos. Es decir, son profesionales de la información que cuentan con una formación y una serie de principios y técnicas de verificación que aportan valor a las noticias. Esto es fundamental ya que no todos los contenidos suministrados por los ciudadanos tienen la calidad o la fiabilidad como para ser considerados "periodismo".  

Aun así, sería un error obviar el poder e influencia de la sociedad como productora de información. Como señalaba Manuel Castells en una entrevista con la Universidad Oberta de Cataluña: “Los grandes medios de comunicación no tienen elección. O se alían con internet y con el periodismo ciudadano, o se irán convirtiendo en marginales y económicamente insostenibles”. Es decir, se trata de un fenómeno demasiado asentado como para no aprovechar sus cualidades. 

En mi opinión, el periodismo participativo es necesario y beneficioso siempre que no sea el sustituto del periodismo tradicional. De ser así, se convertiría en un auténtico caballo de Troya para este sector. Por ello, su única finalidad ha de ser servir como complemento para potenciar una comunicación más abierta, horizontal y humana. 

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