jueves, 14 de febrero de 2013

Black Mirror: reflejo de una realidad no tan lejana


                                                                     fuente:jotdown.es
El título de Black Mirror, miniserie británica que dio la campanada el año pasado, ni es casual ni podría ser más acertado. Charlie Brooker, creador de la serie, pone sobre la mesa distintas situaciones basadas en el día a día para retratar el mundo en el que vivimos. Las historias de Brooker forman un espejo en el que reflejarnos y del cual tendremos que apartar la vista ante la vergüenza que produce el hecho de verse imitado. El primer capítulo , The National Anthem, no deja lugar a dudas de hasta qué punto la ficción y la realidad se evocan entre sí. En este caso, la dinámica actual sirve a Charlie Brooker para crear una situación inusual y extrema que nos hace cuestionarnos nuestro sistema y nuestros propios valores. ¿Qué ocurriría si la infanta Leonor fuera secuestrada y Mariano Rajoy tuviera que practicar la zoofilia para salvar su vida? Aunque este suceso parezca imposible, Black Mirrornos demuestra que la realidad está más cerca de la ficción de lo que imaginamos.

Como bien adelantábamos, la trama de este primer capítulo gira en torno a un hecho sin precedentes. El Primer Ministro, Michael Callow, se despierta con una terrible noticia: La princesa Sussanah, una especie de Lady Di contemporánea, ha sido secuestrada. La información llega a través de un vídeo subido a YouTube. En él, la chica anuncia la increíble exigencia del captor: Michael Callow deberá practicar el sexo con una cerda para salvar la vida de la querida princesa. Pero ahí no acaba todo. Este hecho deberá ser retransmitido por la televisión nacional en horario de máxima audiencia. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por encontrar a la princesa Susannah y salvaguardar la imagen de Callow, la presión de la opinión pública precipita los acontecimientos. La respuesta de la ciudadanía se ve amplificada por los comentarios en los media y en las redes sociales, lo cual obliga al primer Ministro a cumplir con lo establecido. De esta manera, la princesa es liberada y el Primer Ministro aumenta su popularidad. A pesar de que Callow haya reforzado su consideración entre el pueblo, el final del capítulo nos muestra que la relación con su mujer está hecha añicos. Esto nos hace reflexionar sobre la verdadera influencia de las nuevas tecnologías y las herramientas surgidas en el marco de la web 2.0. En los últimos tiempos, éstas han adquirido un significado global, instantáneo y retroactivo, donde todo gira en torno a su potencial. Su expansión ha alcanzado tal magnitud que ni siquiera el Primer Ministro puede escapar al poder de las mismas.

Además de perfilar la enorme importancia que tienen los nuevos dispositivos tecnológicos, The National Anthem también nos hace preguntarnos sobre la sociedad de hoy en día. Cuando los telespectadores se enteran del reto al que se enfrenta el Primer Ministro, lo califican de “repugnante” y “asqueroso”. Muchos declaran incluso que no encenderán la televisión para no presenciar tan morboso espectáculo. Con un micrófono delante y ante la atenta mirada de un periodista, la mayoría contesta lo que resulta más ético y correcto. Sin embargo, cuando llega la hora establecida, todo el país se agolpa en los bares para ver en acción al Primer Ministro.

Algo parecido ocurre en los media. En su búsqueda permanente de lo novedoso y sorprendente, los medios de comunicación suelen seleccionar aquellos hechos fuera de lo común. Al exhibir masivamente todo tipo de escándalos, también se muestra por contraste cuál es el camino a seguir. Es decir, se enseñan y repiten continuamente determinados sucesos, para después condenarlos como monstruosos e inaceptables. En este capítulo, encontramos un ejemplo durante la tertulia que mantienen en el canal UKN. Mientras debaten sobre el tema del día, un contertulio utiliza la expresión “hacer el amor con un cerdo”. Inmediatamente, la presentadora le interrumpe y le pide que no se centren en detalles escabrosos. A pesar de que hayan estado todo el día dando publicidad a la noticia, el equipo del programa decide que no es conveniente usar términos demasiado explícitos. Esto nos demuestra la hipocresía y la simpleza que caracteriza a los medios de comunicación. Estos rasgos no sólo están presentes en los media, sino que también definen a la sociedad. Los espectadores nos hemos convertido en una máquina traga-sensaciones, dispuestos a consumir todo aquello que resulte inesperado y morboso. Es decir, nos afanamos en buscar aquello que rompa con una realidad monótona y repetitiva, sin cuestionarnos nuestras elecciones. Si el punto fuerte de la programación consiste en ver al Primer Ministro cometiendo la zoofilia, todos estaremos expectantes frente al televisor. ¿Quién se perdería a Mariano Rajoy practicando el sexo con un cerdo? Tal vez, ahí esté el problema. Tal vez, los medios de comunicación sólo sean el cruel reflejo de lo que somos.

Precisamente, ésta es la clave principal sobre la que gira Black Mirror. A través de una situaciones insólitas, Charlie Brooke pretende mostrar y criticar el mundo en el que vivimos. E incluso se podría decir que nos advierte sobre una realidad no tan lejana. Teniendo en cuenta que hasta el Primer Ministro puede verse sacudido por la influencia de las nuevas tecnologías y sistemas de comunicación, ¿quién o qué puede limitar su impacto? Parece que hoy en día, la única regla es que no hay reglas.



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